jueves, 20 de diciembre de 2012
miércoles, 5 de diciembre de 2012
Arquitectura y Cine. Merde y la ciudad enterrada.
Bienvenidos al subsuelo, donde la luz del día no llega y la imagen no importa, lugar de paso unas veces, de desagüe otras, hogar de fauna variada, espacio de lo infrahumano y residencia de Monsieur Merde.
Extracto del juicio contra M. Merde:
- ¿Por qué quitaste la vida a tanta gente inocente?
- No me gusta la gente inocente.
No me gusta la gente.
- Entonces qué…, nos vas a matar a todos? No sería más fácil, ya que no te gusta nadie, que te mataras tú?
- Pero amo la vida, ¡imbécil!
A diferencia de sus colegas en la obra colectiva Tokio!, Leos Carax decide dar una visión sucia del presente. Así crea a M. Merde, un extraño sujeto salido de las cloacas dispuesto a llevarse por delante lo que ve, alguien (o algo) que no valora el espacio humano y que toma como suyo propio todo, un auténtico terrorista sin causa. En el subsuelo que habita, el tiempo parece haberse detenido. Se esconde en un laberinto de túneles que parecen olvidados desde la Segunda Guerra Mundial, túneles que ni siquiera tienen sentido en Tokio, donde las banderas del Sol Naciente del viejo imperio japonés se mezclan con tanques y armas. Pero qué importa lo que haya, ¿acaso sabemos qué hay ahí abajo? Hay quien estará convencido de los cocodrilos que habitan en Nueva York, cuando más bien lo que hay es indigencia.
Igual que el ser humano no quiere ver las desgracias y en tiempos amables es cómplice de su propia alienación y de desconocer la realidad que le es ajena, al pensar en una ciudad no mira todo aquello que bajo sus pies debe existir para que la vida funcione. Y quizá por ello, M. Merde, personaje medio humano medio mutante salido de ese subsuelo, no tiene nada que ver con las personas, pues igual que nosotros cerramos los ojos o despreciamos lo que existe bajo nosotros, él rechaza lo que está en la superficie.
¿Pero qué existe bajo nosotros? ¿A cuánta profundidad podemos llegar a bajar un día normal en el metro? ¿Cuántos kilómetros de túneles hay para el agua, la luz, el gas o la telefonía? ¿Cuántos edificios son tan altos como profundos? Y hablando de Merde, ¿qué habitará tantos kilómetros de túneles que se dice olvidados o abandonados en Tokio?
Leos Carax parece querer huir de esta realidad de la superficie que nos engulle y desear un ser de las profundidades, de esa otra ciudad enterrada, invisible y sucia, capaz de odiar al humano tanto como el humano odia a la cucaracha. Un ser dispuesto a destruir al ser humano sin más, como un fin en sí mismo que no necesita un por qué. La gente no le gusta, eso es todo.
Nota: Apenas hace poco más de dos semanas se estrenó Holy Motors, la última obra de Carax y en la que rescata a M. Merde para representar una de las múltiples caras de M. Oscar.
Pablo Barrón Muruais
Productor en kinoshots
Pablo Barrón Muruais
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