De nuevo, tras el paréntesis vacacional, volvemos, con energías renovadas, a superar los retos que los trabajos pendientes nos proponen.
Está quien, con un nuevo tema a desarrollar en Proyectos de Curso, se sumerge en el blanco del papel y en material de maquetas, para iniciar los bosquejos de lo que serán las trazas de un edificio.
Y está quien, con el PFC, prosigue una andadura ya comenzada, en la que el lápiz y el papel, delega parte del protagonismo a las aplicaciones del ordenador.
En lo que respecta al PFC, ya comentaremos algunas cuestiones más adelante.
Hoy querría manifestar algo referente a los Proyectos de Curso, independientemente del nivel.
La ausencia de tiempo para la reflexión en relación con el estímulo inicial que supone el trabajo propuesto es evidente, pero por lo que parece, no hay otra opción.
Es lógico lo que ocurre, pues los planes vigentes nos obligan a resolver a velocidades incompatibles con la envergadura de dichos trabajos.
Veo, en muchas ocasiones, cómo, inicialmente, hay quien comienza a buscar, imágenes, textos, proyectos de referencia, etc..., por pura mímesis, porque aquello que pretende encontrar tiene algo que ver con el tema propuesto, sin el necesario espíritu crítico, a veces subyugados sólo por la imaginería al uso.
No confundamos lo anterior, con la lícita y natural tendencia que nuestra condición exige de proyectar, proponer, modificar, etc...
Muchas veces, aparece la incredulidad cuando, lanzados a la consecución de una idea feliz, nuestro esfuerzo inicial no se ve premiado con un resultado tan consistente como necesita el proyecto para su posterior desarrollo.
Como consecuencia de la inmediatez, el resultado es una propuesta de una condición excesivamente objetual, y a la postre, arquitecturas descontextualizadas que imponen un orden al medio en el que quieren insertarse, y a los que pretenden vivirla.
Aunque hablemos en el presente de Proyectos Arquitectónicos como asignatura, no debemos olvidar a quién se destina en el futuro aquello que proyectamos.
Así las cosas, y en el convencimiento de una cierta taumaturgia, nos olvidamos de cuestiones que debemos tener en cuenta a la hora de proyectar, y que deben formar parte de nuestro argumentario habitual, tales como soleamiento, ventilación, aislamiento, relación con la ciudad y la naturaleza, dimensión lógica, escala, programa, coherencia constructiva, estructura, ahorro de energía, previsión de instalaciones adecuadas...
Tener en cuenta todo esto no menoscaba la potencia de nuestra idea, ni su posible radicalidad, y, más bien al contrario, establece a mi entender el sedimento que la misma necesita para ser convincente.
Por cierto, damos por supuesto que la “pregnancia” va implícita de antemano
Seguiremos otro día.
Saludos
J.M. Alonso.